sábado, 9 de febrero de 2013

1. La libertad

La libertad: facultad de elección de todo ser humano

Imagina que los seres vivos se clasificaran de acuerdo capacidades cognitivas. En el nivel inferior, estarían sin duda las plantas, carentes de todo razonamiento; Enseguida se encontrarían los animales, que actúan guiados por sus instintos, como el pájaro que levanta inmediatamente el vuelo al ver un gato, reaccionando según su instinto natural que no incluye la posibilidad de actuar de otra manera ante la advertencia de peligro.

El ser humano se hallaría en lo cima de la clasificación, ya que posee la facultad de reflexionar y actuar en función de sus gustos o necesidades. A esto se le llama libre albedrío o facultad de elección.

Todo ello es posible gracias a la razón, que  es aquella característica  fundamental  que nos hace ser humanos, y que nos permite, entre otras cosas:
  • Reflexionar antes de actuar
  • Postergar
  • Planificar

En la película 2001: Odisea del espacio hay una escena en la que el protohumano se da cuenta de que puede utilizar un hueso como una herramienta para modificar activamente su entorno; esta imagen poética representa el momento en el que el humano se separa del resto del reino animal: descubre, analiza, repite, concluye, planea, explica y consigue.

Contrario a lo que pueda suponerse, la razón no es una facultad que nos brinde la solución a nuestros problemas automáticamente, como si se tratara de una computadora. La razón, ante todo, es flexible, y tiene la capacidad de adaptarse a las múltiples situaciones que se nos presentan cotidianamente.

Cabe señalar que, para que la razón sea plena, es necesaria la presencia de la libertad: para poder actuar de acuerdo a lo que cree conveniente, el ser humano tiene que ser libre. Sin embargo la libertad también requiere de la razón, ya que sólo por medio de ella hombres y mujeres podemos decidir qué hacer ante un mar de posibilidades.

Gracias a la razón el ser humano decide qué hacer; gracias a la libertad, se mueve a  sí mismo para alcanzar sus propósitos.

Gracias al libre albedrío el hombre decide qué hacer y se mueve a sí mismo.

¡Razón y libertad! maravillosos dones que permiten a mujeres y hombres ser dueños de sus acciones, escoger entre alternativas, hacer o dejar de hacer y ser responsables de ello, elegir una cosa sobre otra y disfrutar el fruto de su cosecha.

Razón y libertad


En ocasiones, los seres humanos tomamos decisiones de las que nos arrepentimos más tarde. Para ejemplificar, imagina que un compañero de tu grupo tiene un mal día y decide desquitarse al entrar al aula virtual. Durante el tiempo que esté conectado será descortés y escribirá lo que se le venga en gana sin seguir las reglas de convivencia. Como consecuencia de sus actos, probablemente obtendrá una amonestación de su Facilitador(a), perderá la confianza de los demás y obtendrá un bajo aprovechamiento. Posteriormente desilusionará a quienes creían en él, y con ello disminuirá su autoestima, perdiendo finalmente el interés por concluir sus estudios y abandonando su carrera.

Se trata de un ejemplo un tanto extremo, aunque nos ayuda a mostrar hasta qué punto la razón y la libertad se relacionan. ¿Puedes deducir por qué?

Actuar al margen de la razón e ignorar que los actos tienen consecuencias y que de uno mismo dependen los resultados, puede ser desfavorable; sin embargo, algunos lo hacen de vez en cuando, por ejemplo: el alumno que debe estudiar para un examen al día siguiente y decide ir a una fiesta; el diabético que elige comer una rebanada de pastel a pesar de saber el daño que le produce ingerir alimentos con azúcar; el joven que empieza a fumar a pesar de comprender que la nicotina es altamente dañina.

Todos estos actos tienen algo en común que: ignoran el sentido común y dan prioridad a la satisfacción de sus impulsos inmediatos, mismos que le ocasionan sólo un bien momentáneo.

Actuar a partir de impulsos inmediatos, sin razonar, trae consecuencias no deseables. En este sentido, la libertad, orientada por la razón, permite lograr los mejores resultados en todo aquello que se emprende. Aunque a veces hay excepciones. En ocasiones se actúa con base en aquello que se considera acertado y aún así se obtienen malos resultados.

Por ejemplo, una madre de familia golpea a su hijo en afán de inculcar en él la disciplina y el orden. ¿Puede eso llamarse auténticamente "razonable"?

Tal vez esta persona así lo cree. Sin embargo pasa por alto que la violencia dejará heridas en la psique de su hijo, que posiblemente serán difíciles de sanar.

En este caso se trata de un bien aparente, que se basa sólo en la apreciación subjetiva, en aquello que se piensa o se siente que puede ser correcto, pero no lo es si reflexionamos a profundidad sobre ello.

"Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo", Franz Grillparzer

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